
El mundo se despide del Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, quien falleció a los 88 años. Su legado tras doce años al frente de la Iglesia Católica es profundo e impactante, dejando una marca indeleble en la historia. Recordado por su humildad y cercanía con los más necesitados, Francisco revolucionó la imagen del papado con su enfoque en la justicia social, la defensa de los derechos humanos, y la protección del medio ambiente, especialmente en la Amazonía.
Su pontificado estuvo marcado por una serie de reformas audaces, simplificando rituales, procesos y estructuras internas de la Iglesia. Se enfocó en una Iglesia más abierta y accesible, cercana a los pobres y comprometida con la lucha contra la pobreza y la corrupción. Sus viajes a países como Perú, Brasil, México, Colombia, Cuba y Panamá fueron testimonios de su compromiso con la paz, la reconciliación y la justicia social.
Un legado de cambio y modernización
Francisco introdujo cambios significativos en la liturgia papal, optando por funerales más sobrios y menos costosos. Se eliminaron tradiciones como los tres ataúdes, reemplazándolos por un solo ataúd de madera con revestimiento de zinc. Estas acciones reflejan su deseo de una Iglesia menos ostentativa y más centrada en su misión espiritual.
Reacciones mundiales a su fallecimiento
La noticia de su muerte ha generado una ola de reacciones a nivel mundial. Desde gobiernos hasta figuras públicas, se han expresado condolencias y reconocimientos a su labor. El Gobierno del Perú, por ejemplo, manifestó su «más profundo y sentido pésame al mundo católico». La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, lo calificó como un humanista comprometido con los pobres, la paz y la igualdad. El actor español Antonio Banderas destacó su bondad, amor y misericordia hacia los más necesitados.
Más allá de las diferencias religiosas, el Papa Francisco dejó un legado que trasciende las fronteras de la fe. Su mensaje de compasión, justicia y paz resonó en millones de personas alrededor del mundo, inspirando a muchos a trabajar por un mundo más justo e igualitario. Su figura carismática y su compromiso con los más vulnerables lo convertirán en una figura histórica clave del siglo XXI.
Su muerte marca el fin de una era en la Iglesia Católica, pero su mensaje de esperanza y cambio seguirá vivo en el recuerdo de millones. La elección de su sucesor, un proceso lleno de misterio y tradición, se espera con gran expectación.
El mundo se prepara para despedir a un líder espiritual que marcó una época, dejando tras de sí un legado de amor, compromiso social y una profunda reflexión sobre el rol de la Iglesia en el mundo moderno. Su influencia se extenderá por las próximas generaciones, dejando una huella imborrable en el corazón de la humanidad.
Fuente: Gestión