
En un giro inesperado que mezcla política y refrescos, el expresidente Donald Trump ha anunciado que Coca-Cola cambiará el edulcorante de su bebida insignia en Estados Unidos, reemplazando el jarabe de maíz de alta fructosa por azúcar de caña. Aunque la compañía aún no ha confirmado oficialmente la noticia, la declaración de Trump ha generado un gran revuelo.
¿Una decisión dulce o amarga para Coca-Cola?
Trump, conocido por su afición a la Coca-Cola Light (que utiliza aspartame), aseguró en redes sociales que la empresa había accedido a su petición. Este cambio, según él, haría la bebida “simplemente mejor”. La decisión, si se confirma, significaría un alineamiento de Coca-Cola con sus prácticas en otros países como México y Australia, donde ya se utiliza azúcar de caña en su fórmula.
Impacto en la industria y los agricultores
El posible cambio tiene implicaciones significativas para la industria alimentaria estadounidense. La sustitución del jarabe de maíz de alta fructosa podría afectar a los agricultores de maíz del país, que dependen de la demanda de este edulcorante. La Asociación de Refinadores de Maíz ya ha expresado su preocupación, argumentando que el cambio costaría miles de empleos, reduciría los ingresos agrícolas y aumentaría las importaciones de azúcar, sin beneficios nutricionales adicionales.
La relación compleja entre Trump y Coca-Cola
La relación entre Trump y Coca-Cola ha sido, por decir lo menos, peculiar. En el pasado, Trump ha expresado sus dudas sobre los edulcorantes artificiales, incluso sugiriendo una conexión con el aumento de peso. Irónicamente, su bebida favorita, la Coca-Cola Light, contiene precisamente uno de estos edulcorantes. A pesar de sus comentarios anteriores, la imagen de Trump con una Coca-Cola Light en diversas ocasiones a lo largo de los años demuestra su lealtad a la marca, al menos a su versión dietética.
¿Un golpe de marketing o una decisión real?
Independientemente de las motivaciones detrás de esta declaración, el anuncio ha generado una significativa atención mediática. La respuesta de Coca-Cola ha sido cauta, agradeciendo el entusiasmo de Trump pero prometiendo compartir más detalles en el futuro. Queda por ver si este cambio se materializará y cuál será el impacto a largo plazo en la industria y el consumo.
El tiempo dirá si esta decisión es un simple movimiento de relaciones públicas o un cambio real en la fórmula de una de las bebidas más icónicas del mundo. Solo el futuro revelará el verdadero sabor de esta inesperada controversia.
Fuente: Gestión.pe