
¿Sabías que el pollo a la brasa mueve millones en Perú? Este platillo, ícono de la gastronomía peruana, no solo conquista paladares, sino que también juega un rol clave en la economía del país. Más de un kilogramo de pollo a la brasa consume cada peruano por semana, una cifra impresionante que se mantiene firme incluso ante crisis económicas y pandemias.
Un Gigante Gastronómico
Más de 13,000 restaurantes a lo largo y ancho del país ofrecen este manjar. Para el 2025, se estima que se usarán más de 160 millones de pollos para satisfacer la demanda del Día del Pollo a la Brasa y otros días del año. Este fenómeno cultural trasciende lo culinario, convirtiéndose en un pilar fundamental de la economía peruana, contribuyendo con más del 0.5% al PBI, y la avicultura en sí misma participa con el 26% del PBI agropecuario y el 2% del PBI nacional.
El Precio del Éxito
El pollo a la brasa es el favorito indiscutible de los peruanos, superando en popularidad a las hamburguesas y al pollo broaster. Si bien la pandemia y la recesión provocaron un aumento de precios y una disminución en la frecuencia de consumo, la demanda sigue siendo alta, demostrando la inelasticidad del precio. El negocio de las pollerías mueve más de US$ 1,500 millones anuales.
Más Allá del Plato
El crecimiento del subsector de restaurantes, impulsado en gran medida por las pollerías, se evidencia en un aumento del 5.08% en mayo. El Día del Pollo a la Brasa, celebrado cada tercer domingo de julio, genera un incremento significativo en las ventas, superando ampliamente el 30% de la facturación semanal usual de un restaurante. La popularidad del pollo a la brasa, incluso en el extranjero, destaca la necesidad de impulsar su internacionalización. Reconocido por Taste Atlas en 2023, el pollo a la brasa tiene el potencial de convertirse en un embajador gastronómico global.
¿Precio vs. Calidad?
La aparición de pollerías en distritos populares con precios más bajos que los restaurantes tradicionales genera interrogantes sobre la relación entre precio y calidad. La calidad del producto, la cocción, y la experiencia del cliente son factores que influyen en el precio final.
Existen establecimientos de barrio que ofrecen un producto de excelente calidad a precios accesibles, mientras que las cadenas premium justifican sus precios más altos a través de su marca, ubicación y servicios adicionales. En definitiva, la experiencia completa, desde la preparación hasta el servicio, define el valor percibido por el cliente.
Fuente: Gestión